Para inmigración, el abuso doméstico no tiene género
Por Rasha Qumsiyeh, Esq.
Desde su promulgación en 1994, la Ley Contra La Violencia Hacia las Mujeres (VAWA) ha recibido un amplio apoyo de grupos que defienden los derechos de la mujer y los inmigrantes. Esta ley se reautorizó a principios de este año y continúa siendo uno de los principales recursos para continuar la batalla en contra de la violencia doméstica a nivel nacional. Dentro de sus provisiones también se extiende la protección hacia las personas que se encuentran indocumentadas y por ende, en situaciones aún más vulnerables. La ley VAWA ofrece la opción de someter una petición para obtener la residencia americana a toda persona que haya sufrido abuso por su pareja ciudadana o con residencia legal. Este proceso es completa confidencial y otorga a las personas la seguridad necesaria para poder independizarse de su abusador.
Sin embargo, lo que muchos desconocen, es que la ley VAWA aplica tanto a hombre como a mujer. La errónea percepción de que esta ley es únicamente para la mujer es causada por dos razones principales. La primera es que el mismo título de la ley sugiere la protección exclusiva de la mujer. La segunda es que violencia doméstica es popularmente percibida como un problema que afecta solo a las mujeres en nuestra sociedad cuando en realidad muchos hombres son víctimas de abuso tanto físico como psicológico y emocional. Todos estos tipos de abuso son ampliamente reconocidos ante inmigración y validos para solicitar los privilegios otorgados bajo la ley de VAWA.
Por ejemplo, Alberto, quien su verdadero nombre protegemos por razón de confidencialidad, era un hombre que vivía una relación tormentosa con su esposa americana. Alberto, quien había entrado ilegalmente y se mantenía indocumentado en este país, vivía en constante temor de las amenazas de su esposa. Ella usaba su estatus ilegal como ventaja para poder aislar y controlar a su esposo. Si ellos argumentaban, ella lo amenazaba con llamar a inmigración para que lo deportaran. Su esposa también verbalmente abusaba de él, menospreciándolo por ser ilegal.
Lo que Alberto no reconocía era que él se encontraba en una relación abusiva y que no tenía que continuar viviendo en temor. Alberto no contaba con evidencia de un abuso físico, pero el abuso verbal y emocional fue suficiente para obtener la residencia a través de la ley VAWA sin la ayuda de su esposa. Inmigración tomó su situación con la misma seriedad que se le da a los casos de violencia contra la mujer y usando el mismo criterio, aprobó su caso.
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